sábado, 16 de enero de 2010

UNA HERIDA LLAMADA HAITÍ

UNA HERIDA LLAMADA HAITÌ

Ahora que los ojos del mundo miran asombrados los acontecimientos trágicos y devastadores que ha provocado el sismo de 7.3 grados de la escala de Ritcher en Haití, nos damos cuenta que la sordidez y el desmedido afán de lucro de las grandes naciones del mundo, tienen una contraparte totalmente distinta y lacerante en esta parte de la tierra.
Haití, la segunda nación que proclamó su independencia después de EE UU en América, es una vetusta ex-colonia francesa pionera en la abolición de la esclavitud que perdura hasta nuestros días (su mayoría negra lo constata), descendientes directos de miles de esclavos que llegaron desde África en los albores del siglo XVII, cuando el Rey Carlos I de España, autorizara la trata de negros esclavos, a pesar de su antigüedad como país, esta nación siempre fue el centro de conflictos y revueltas ocasionados por los propios esclavos y países como Francia, que lo sometieron a vergonzantes cláusulas como protectorado y colonia.

Esta pobre tierra vergonzante
Con su población agonizante
Después del seísmo azotante
Su pueblo muere sollozante
Sabemos que hay gente pujante
Alegre multitud muy gozante
Ajenos al mundo bostezante
Brindémosle amor cicatrizante

Como duele admitir la injusticia reflejada en los rostros de angustia y desesperación de una muchedumbre que deambula por las calles buscando un pedazo de pan para saciar su hambre y unas gotas de agua para menguar su sed, pero su apetencia es de justicia y equidad, su gana es de oportunidades y de igualdad, su sed solo se calmará cuando sus hijos tengan escuelas para estudiar, cuando haya hospitales que sirvan para curar las heridas del alma, cuando tengan empleo digno y no vivan entre desperdicios y despojos de basura, cuando puedan leer y escribir avizorando un futuro con la tranquilidad que da justicia social, con salud y educación… es tan difícil aceptar que esta desigualdad nos hiere, que esa pobreza material y espiritual nos lacera el alma y nos da un artero zarpazo al corazón. Como nuestras naciones y otras mucho más ricas y poderosas pueden gastar millones y millones de dólares o euros mientras existe tanta hambre y sed en esta parte del planeta tierra, como todas las religiones existentes pueden hablar de hermandad si nuestros hermanos haitianos viven como sobreviven, como podemos hablar de desarrollo y modernidad si tenemos un país fraterno que agoniza en la pobreza y la ignorancia, acaso no tenemos un poquito de ese amor que Cristo nos legó cuando se sacrificó en la cruz por nosotros, esto es lo que hemos aprendido en nuestras afamadas escuelas y universidades, donde esta nuestra solidaridad y generosidad, no tendamos la mano cuando se den situaciones como esta desgracia que los azota solamente, porqué los lideres del mundo “occidental” que se suceden no hacen algo por reducir esta desigualdad, esta ignominia, no somos dignos de llamarnos hijos de Dios por que la vergüenza nos ahoga y tratamos de redimirnos ahora, enviando toneladas y toneladas de alimentos, ropa y medicinas ¿y después que?

Como me duele el alma
Hemos perdido la calma
Domingo de ramos con palma
El frío no mengua la talma
La ira que hiere me empalma
El mundo se urge de ensalma
Mi vergüenza quiere su enjalma
Y quiero morir de agripalma

El dramatismo de las imágenes que nos llegan como “noticia” no solo lastima la dignidad humana, sino que nos traen recuerdos negros del holocausto nazi y la demencial ofensiva de Hitler por Polonia, Checoslovaquia, Austria y la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) entre otras, toda la crueldad del malsano juicio de un orate que hipnotizó una nación entera como Alemania y la condujo al mas grande sacrificio de millones de vidas humanas por razones étnicas; esta vez tiene algo de ese sucio tinte, la mayoría poblacional de Haití son negros, ¿puede esto explicar tanta dejadez para con ellos?, ¡tal vez! ¡Quizás! ¡Quien sabe!... yo pienso que si.
Sin embargo, hay gente igual de pobre como los pobladores de Pisco, que luego de dos años siguen padeciendo las carestías propias de un suceso como este, pero que no son ajenos al dolor y las necesidades de nuestros congéneres centroamericanos y se solidarizan prontamente llevando un kilo de azúcar, o una manta, o una lata de leche, con la esperanza que aplacará el hambre de algún hermano haitiano. Esto nos demuestra que si esta gente sencilla puede brindar ayuda, como no pueden condolerse las naciones más ricas y poderosas.

Cuando la necesidad nos hermana
Como en la monomanía Alemana
Renuncia a tu pose carcamana
Y muestra tu mejor faz humana
No importa si eres rumana
O de la provincia tucumana
Brinda tu sobre de la semana
Y que viva la solidaridad humana

Esta lección de vida que nos ha dado la naturaleza, es una magnífica oportunidad mas para curar nuestra hipocresía, es una coyuntura justa de sanación y entrega, es el tiempo de razonar y mirar hacia atrás y ver que nuestro desarrollo como especie tiene un lastre muy pesado y cruel de injusticia, nos ha hecho ver que de nada sirve acumular riquezas ni tesoros, si acontecimientos como éste nos desenmascaran hasta el nudismo, nos develan hasta mirar nuestras propias flaquezas y egoísmos, nos quitan el sueño y hasta quizás nos arranque unas lagrimas de impotencia y vergüenza ajena. Y, que bueno que este hecho doloroso nos haya sensibilizado hasta lastimarnos en los más profundo de nuestras voluntades, que bueno que hayamos abierto los ojos y nos conmueva la muerte de centenares de cadáveres acumulados en las veredas en grotescas posiciones y gestos de horror y desesperanza; los sobrevivientes vagan como zombies memos tratando de encontrar un rostro familiar o amigo… pero la muerte tiene la misma careta para todos, es la máscara del ausentismo, es el antifaz del vacío que nada justifica y que todo culpa. Así me siento ahora, tal vez sea porque soy sobreviviente del terremoto de Huaraz el 1970 y ya he pasado estos trágicos eventos.

En estos momentos de dolor
Cuando nos estremece el horror
Es cuando brota genuino amor
Llenos de avenencia y calor
Pero hay que tener valor
Para no temer un temblor
Menos mal que mi bicolor
Flamea en Haití con honor

Que les parece

1 comentario:

  1. Contundente y lleno de verdades que nos golpea cuando nos damos cuenta de la dimensión que esto tiene en el sentir de cada ser humano que con la mirada increíble e insostenible, miramos como se deslizan los escombros de toda una vida de miles y miles de seres humanos, con una inoperancia que a luces está en pañales.

    Tus letras son ese dolor de un sentir generalizado de cada ser humano que se vuelve impotencia sin poder hacer nada por esos hermanos.
    Tanta verdad en tu artículo tan bella y dolorosamente plasmada que llega donde debe llegar.
    Gracias y un abrazo
    Lucy

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