viernes, 27 de noviembre de 2009

CRÓNICAS DE LIMA - El recluta del siglo pasado


EL RECLUTA DEL SIGLO PASADO

Esta es una historia de rasgos reales, el tiempo y la escenografía existen físicamente en la mente de quienes hemos superado el siglo XX, aunque los nombres de nuestros protagonistas sean tal vez figurados, Pío y Pía vivieron en un pueblito pequeño dibujado en las faldas de un andino cerro que pinta de oro y marrón sus tierras en el estío, y verde esmeralda en frío invierno.
Huasta, distrito de la provincia de Bolognesi en Ancash, era un poblado alto andino que vivía de la ganadería y la agricultura de sus pobladores, corría el año de 1881 y Lima era ocupada por las huestes sureñas ante la derrota patriota en las batallas de San Juan y Miraflores; herido en el alma y el fémur, el Brujo de los Andes, Mariscal Andrés Avelino Cáceres Dorregaray, en estratégica retirada se instala en Jauja, para reclutar mas soldados e iniciar la resistencia patriótica desde la sierra central del Perú.

Andrés Avelino y su valerosa guerrilla
Con despistes y accionar de ardilla
A los chilenos los tuvo en la mirilla
Pues no le llegaban ni a la canilla
Jamás rendido como el sol que brilla
Golpeo tantas veces la enemiga mejilla
Este gran soldado que hasta hoy ensilla
Su brioso corcel, con todo y rejilla

En su peregrinaje serrano buscando hombres y caballos, llegó a Huasta y Chiquián (Ancash) llevándose una veintena de reclutas voluntarios que embriagados de su amor a la patria y sus propósitos, no dudaron en acompañarlo para defender su suelo sagrado. En aquellos tiempos, la “chapadera” (leva o reclutamiento) era una cosa violenta y sorpresiva, el grito de ¡gendarmes! era el mas temido bramido para jóvenes y madres del ande, el hecho de “enrolarse” al ejercito implicaba un confinamiento casi eterno, muchos no regresaban a su querencia, otros morían o desertaban escondiéndose en las haciendas de la costa, es por eso que el éxodo de los aptos para “servir a la patria”, era un acto temido y hasta cruel, habían mozos hoscos y rebeldes que eran amarrados como animales para que no escapen, pero los rasos que salían a reclutar, sabían como actuar en estos casos; esta vez el enrolamiento era voluntario, las circunstancias eran totalmente distintas y el patriotismo efervecía en los corazones de la mocería por defender a su patria, Pío fue uno de ellos… hombre rústico y simple, llanque de suela en sus curtidos pies, poncho color nogal a la pedrada sobre sus decididos hombros, partió con lagrimas en los ojos, el beso y la bendición materna existieron solo en su mente, nadie sabía de sus familiares y tampoco a nadie le importó, solo a una fiel y entregada mujer serrana… Pía, su compañera leal y franca, también partió con él acompañando a Cáceres.
Las desventajas y carencias jugaban en contra del ejercito rebelde, sin entrenamiento ni armas, solo iban armados de valentía y arrojo, algunas hondas de cuero en los bolsillos y mucho amor al suelo que defendían y los vio nacer a todos; con cerca de 3,000 hombres en su bando, Cáceres enfrenta a Estanislao del Canto en Pucará, la veteranía y sofisticado armamento enemigo, hace trizas las filas patriotas, Pío es herido y Pía lucha a su lado asistiéndolo no solo a él sino a los que la necesitaban, de hambre, en completo cansancio y frío, ella es una combatiente mas que defiende su patria y no abandona a su amado, que como el ejercito del Gran Mariscal, renace de las cenizas, se reorganiza y el 1882 enfrenta nuevamente a los chilenos en Marcavalle, Pucara (2da batalla) y Concepción derrotándolos y recuperando el territorio de esa zona para los patriotas, el cansancio y la superioridad numérica del enemigo, finalmente vencen a Cáceres en Huamachuco (1883), firmándose en ese mismo año el tratado de Ancón, que daría fin a la infausta Guerra del Pacifico.

La huastina Pía y su gran amor
No solo a Pío, también al Redentor
Entre estertores llenos de sinsabor
Combatió en la guerra con todo fragor
Curando heridas llenas de hedor
Militante plena del bando ganador
Ajena siempre al frío y al ardor
Sació su hambre con gloria y honor

Después de esta capitulación los sobrevivientes de Cáceres, desamparados y huérfanos de apoyo y asistencia, cada uno como pudo regreso a sus zonas de reclutamiento, Pía asistía a su amado con sacrificio y renuncia a su propia complacencia, por las alturas de Huanuco regresaban a Huasta su tierra, el hambre carcomía sus tripas que hasta comieron el tiento (tiras de cuero que amarran a los pies) de sus sandalias y correas, en cada estancia que llegaban circundaban su poblado, en la creencia que el enemigo los acribillaría de reconocerlos por no ser del lugar, harapientos y al borde del desfallecimiento, Pía era el soporte y el empuje que animaba a Pío a seguir, lejos del desaliento por el revés militar, lo animaba a continuar sus sueños en los verdes prados de su estancia, la pollera de bayeta que cubría sus intimidades era la materia prima para vendar las heridas de su hombre, fiel y leal de corazón noble, esta notable mujer había conocido a la esposa de Andrés Avelino, su general, su jefe, su comandante, la también heroína Antonia Moreno de Cáceres, mujer de temple de acero y voluntad férrea, quien organizó a las mujeres como “rabonas” encargadas de cocinar el rancho, lavar los insignes uniformes de los combatientes del Cacerismo y sobre todo, curar y cuidar a los enfermos y heridos que marchaban a la retaguardia de los batallones por donde los lleve el derrotero, así como Pía, muchas heroínas quedaron en el anonimato o han sido olvidadas por la historia, pero su sacrificio y entrega, nos lega un lección invalorable de amor al suelo natal, ese sentimiento abnegado que no conoce de egoísmos ni distingue color de piel o raza, este tipo de mujeres son de la estirpe de María Parado de Bellido, Catalina Buendía de Pecho y muchas heroínas más.
Que lejos de esta bella historia se ubica el marginal traidor espía que favoreció a los chilenos, la historia es para contarla cuantas veces sea necesario, para que nuestros hijos conozcan a sus héroes y heroínas, para que vean que este renegado no es mas que un aborto cruel antinatura; esa mujer andina analfabeta e ignorante, valoró y calibro su amor a la patria en su verdadero nivel, en su sencillo y simple raciocinio, jamás quebrantó su lealtad a su suelo, a su tierra, a su patria, es por eso que resulta inconcebible que un militar traicione a su país, tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra, solo merece la muerte.

Que sentimiento debemos sentir
En nuestros corazones para vivir
Amando a nuestra patria sin sucumbir
Renunciando a todo, hasta morir
Sentimiento tan noble de adquirir
Como un dulce edén para convivir
Amar a tu suelo es como existir
En el bello limbo de un elixir

Que les parece

1 comentario:

  1. ...resulta inconcebible que un militar traicione a su país, tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra, solo merece la muerte.

    Un relato con todo el realismo de nuestros tiempos, tu letras mencionan pasajes y personajes de nuestra historia y lo adornas poéticamente con singular estilo..., y no dejo de admirar a esas personas que circularon por nuestra Patria con ese fervor y entrega total de servicio y mutismo, de fidelidad, respeto y grandes valores, ejemplos que deberían siempre estar para encaminar a tantos que no tienen idea absoluta de lo que es amar el lugar que los vió nacer, crecer y también morir.

    ...Amar a tu suelo es como existir
    En el bello limbo de un elixir

    ¡¡Si señor!!

    Aplausos
    Lucy

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